martes, 17 de febrero de 2015

Flores de San Valentín y Red Velvet Cake


¿Que bloggero repostero que se precie no dedica un post a la fiesta del Día de los Enamorados? La respuesta es obvia, y como no podía ser de otra forma, hoy traigo una receta muy apropiada para celebrar San Valentín.

La verdad es que suena a tópico, pero es una ocasión tan buena como cualquier otra para hacer un postre realmente rico y, y si la receta lo permite, dar ese toque rojo tan típico de este día señalado para todas las floristerías, joyerías y tiendas de regalos… oops! Quería decir para todas las parejas de enamorados. 
 

Podría parecer que odio San Valentín, y siguiendo con “topicazos” y frases fáciles, os diré que me parece una celebración creada por los comerciantes, que aprovechan cualquier ocasión para incentivar el gasto injustificado y envolvernos en una ola de consumismo infernal. Sin embargo, y estando totalmente de acuerdo con todos los calificativos anteriores, tengo que reconocer que todos ellos se evaporaron de forma casi instantánea cuando mi chico se presentó el sábado en casa con un ramo de flores silvestres de un tamaño obscenamente grande. Si…soy una mujer de principios y de valores afianzados, pero en esta ocasión quedaron temporalmente eclipsados por una cantidad ingente de margaritas y lirios. El salón se llenó de colores violeta, rosa y morado, y un olor maravilloso que evoca a la primavera todavía inunda toda la casa. 



¿Quiere decir esto que mis “férreas“ ideas son livianas? No! Simplemente, y de acuerdo con la teoría de las mariposas de David, me siento fascinada por las cosas de colores, y las flores son un ejemplo perfecto de ello. Redunda decir que mi otra gran afición son las tartas, por lo que para celebrar esta fiesta tan criticada y querida al mismo tiempo, y que para muchos resulta consumista, bobalicona y ñoña, os presento todo un clásico: el “Red Velvet” Cake o tarta de Terciopelo Rojo. 


La primera vez que vi esta tarta fue en un programa de repostería americana; uno de esos seriales que se emiten los sábados por la mañana, en el que un equipo de gente “peculiar” elabora tartas de tamaños, formas y colores imposibles. Tanto el nombre, como el característico color rojo intenso del bizcocho, me resultaron muy atractivos, por lo que automáticamente cogí mi ipad y empecé a investigar sobre el origen de este postre tan singular. Tras mucho leer, di con un artículo muy interesante de la revista NY Times. 
En él, el autor comenta asombrado como el consumo de este postre entre las clases altas norteamericanas, ha desembocado en una moda un tanto enfermiza por lanzar productos  bajo el denominativo “red velvet”. Desde Coca-Cola, hasta multitud de preparados para galletas, donuts, bizcochos o incluso salsas para carne, pasando por ambientadores o papel pintado para cubrir las paredes de los dormitorios más chic; nadie puede resistirse a la “moda red velvet” e inundan el mercado con productos que evocan su sabor, aroma y principalmente su color rojo intenso. 
  
Sin embargo, lo que me resultó más interesante es la reflexión que se expone a cerca del contraste entre dicho consumismo extremo, y un tanto pijo, y las raíces humildes de esta receta. Parece ser que el término “velvet”, era empleado por los reposteros desde el siglo XIX para describir los bizcochos que en su elaboración incorporaban harina de almendra, maíz o cacao, ya que el resultado tras la cocción resulta muy suave, sedoso y algo aterciopelado en boca.
Respecto al color “rojo”, este no se sumó a la palabra “terciopelo” hasta tiempo después. En este caso son varias las teorías sobre la razón de este tono aplicado a las masas. Una de las más simples es la escasez de alimentos durante la Primera Guerra Mundial. Dicha escasez, y en ausencia de otros ingredientes, los panaderos y reposteros empleaban remolacha hervida para mejorar el colores de los pasteles; de ahí los tonos marrones rojizos de las masas. 



En otros foros también se asocia el color rojizo con las masas en las que se emplean elementos ácidos, como vinagre o buttermilk, para acentuar los sabores de cacao y del café. Al parecer, ciertas reacciones químicas asociadas al uso de ácidos en condiciones de alta temperatura, pueden generar estos tonos en las masas horneadas. Sin embargo, la explicación más simple, que muchas veces es la acertada, es el nombre dado al azúcar moreno, que en muchos lugares se conocía como “red sugar”.

Por supuesto, en ninguno de los dos casos, el tono obtenido se acerca ni mucho menos a los rojos pasión, casi rojos “Ferrari”, que caracterizan la receta actual, y que por supuesto solo pueden obtenerse con tintes alimentarios especiales. Ya sea por un motivo u otro, parte de leyenda y parte de realidad, lo que es cierto es que la moda “red velvet” ha inundado las pastelerías más populares de Estados Unidos y Canadá desde la década de 1930. Por consiguiente era lógico que, antes o después, esta corriente llegara a oídos de los reposteros europeos, tanto aficionados como profesionales.

 

Me encantan estas pequeñas anécdotas culnarias, me resultan muy interesantes, divertidas y encantadoras al mismo tiempo. Después de mi momento “histórico-freaky”, me meto en harina con mi tarta Red Velvet. Los que siguen de vez en cuando mis posts, sabrán que soy prácticamente incapaz de seguir una receta al pie de la letra; paso horas investigando para dar con la mezcla perfecta, pero cuando estoy con las manos en la masa, mi vena creativa sale a relucir y comienzo a cambiar cantidades e ingredientes de forma totalmente irracional. Creo que la suerte está de mi lado en cuanto a respostería se refiere, ya que casi siempre tengo resultados altamente positivos y suculentos. 


Por el contrario, en esta ocasión intenté seguir las instrucciones de forma literal, ya que las cantidades de vinagre, cacao y bicarbonato son muy importantes para conseguir un resultado sabroso y de textura muy jugosa. Tengo que aseguraros que el resultado fue fantástico; la vainilla y el cacao maridan a la perfección, y nos dan un sabor y aromas divinos…. ¿he mencionado que existen ambientadores con aroma Red Velvet? Estoy pensando muy seriamente hacerme con uno…

 Como siempre horneé la masa en tres moldes por separados, para facilitar el montaje posterior de la tarta. Tras el horneado, mi sorpresa fue que los bizcochos adquirieron un tono rojo muy muy intenso. Llegados a este punto, tengo que recomendaros encarecidamente el uso de colorantes alimentarios, específicos para repostería y a ser posible en forma de pasta. A diferencia de las cremas, los bizcochos son muy complicados de teñir, y en el caso del red velvet la problemática es mayor. Esto se debe a la presencia de cacao puro en la elaboración, ya que confiere a la masa un color marrón oscuro, y lo hace especialmente difícil de teñir. 


Una vez enfriados los bizcochos comencé la elaboración de la crema de relleno y cobertura. En este caso nuestro bizcocho rojo aterciopelado suele acompañarse con una crema de queso, que se elabora batiendo mantequilla con azúcar glas y añadiendo a posteriori queso de untar muy frío. El queso no tiene la capacidad de emulsionarse de la misma forma que la mantequilla, ya que su cantidad de grasa es mucho menor. Por esta razón, y para conseguir un resultado firme y esponjoso, es fundamental utilizar un queso que no sea “light” y además debe estar muy frío. Para ello, sacadlo del frigorífico justo en el momento de añadirlo a la mantequilla y azúcar batidos.

Por último llegamos a mi fase favorita; el montaje y decoración de la tarta. Os aconsejo no recargar demasiado la tarta, ya que lo más espectacular es el contraste de la crema blanca con el bizcocho rojo intenso. Creo que una decoración excesiva puede eclipsar este efecto tan bonito.

En mi caso, preparé unos botones de chocolate con los que decoré tanto los laterales como la parte superior de la tarta. Para rematarla añadí unos confetis de azúcar de colores, con lo que di un pequeño toque de color pero sin sobrecargar el conjunto.

Creo que el resultado fue muy bueno, y prueba de ello es que los invitados a la celebración dieron buena cuenta de todo en cuestión de minutos. Un sabor intenso a chocolate, con aroma de vainilla y una crema dulce de queso… Una combinación fantástica para celebrar un día especial; ya sea San Valentín u otro evento cualquiera.

Espero que os haya gustado!!



Pasad buena semana y Feliz San Valentín “con retraso” :)




P.D. Muchas gracias Sam por hacerme este encargo y darme la oportunidad de adentrarme en el mundo "Red Velvet"... toda una experiencia!!! Mil besos