jueves, 1 de enero de 2015

Un reto divertido… “La Bata-Tarta”


Hoy me he despertado y, por primera vez en mucho tiempo, no ha sido debido al estridente pitido del despertador. He escuchado unas campanadas en la lejanía; su agudo repiqueteo me ha arrullado mientras agradables rayos de luz entraban delicadamente por las ranuras de la persiana. ¡Qué maravilla de despertar! Me acurruco entre las gruesas mantas mientras las mismas campanadas me recuerdan que no estoy en Zaragoza, no es necesario  salir disparada de la cama y por supuesto hoy no tengo que ir a trabajar. Efectivamente, hoy es mi primer día de vacaciones navideñas y diez horas de sueño reparador me hacen despertar con una sonrisa.
Me escurro entre las mantas y observo que el silencio todavía es dueño y señor de la casa. Es el momento perfecto para despertar al portátil y dedicar un rato a escribir… el silencio solo es roto por el cadente sonido de las teclas al ser acariciadas y mis pensamientos vuelan, a su aire, por cada rincón de la casa.



Hoy os traigo un reto pastelero muy divertido, a la par que difícil, y en forma de tarta. Hace unas semanas mi compañero Gonzalo volvió a retarme con un encargo un tanto especial y muy importante. ¡Gran responsabilidad la mía! Por una parte no soy capaz de decir “no” a un reto como aquel, pero por otro lado dicho encargo era para celebrar el cumpleaños de su madre, por lo que debía quedar perfecto y agradar a la Matriarca de la Familia.

Finalmente acepté y comencé a diseñar una tarta en forma de bata, pero no una bata cualquiera, se trataba de una bata de farmacéutica. Tras barajar las diferentes posibilidades y diseños, me decanté por algo sencillo, con los elementos básicos distintivos del mundillo farmacéutico pero si abusar de la decoración ni el fondant. 


Como base elaboré dos bizcochos de chocolate y uno de vainilla con naranja, ambos rectangulares para facilitar el modelado de la “bata-tarta”. Llegados a este punto permitidme que os de un consejillo, sencillo pero bastante útil. Cuando hagáis tartas, os recomiendo que horneéis los bizcochos el día anterior al montaje final; este tiempo de reposo dará consistencia a la masa, facilitando su modelado (especialmente a la hora de recortarla). 

Una vez nivelados los bizcochos, y tras humedecerlos con un almíbar, comencé la elaboración de las cremas. Como relleno de la tarta hice una trufa de chocolate intenso, pero esta vez y para darle un toque navideño, le añadí pasta de turrón de Jijona. De esta forma adquirió un toque almendrado que marida perfectamente con el chocolate; y como resultado obtuve una crema sabrosa, esponjosa y cargada de sabor… perfecta!

Para cubrir la superficie de la bata y darle el color blanco, mi solución fue una crema de chocolate blanco. Efectivamente el fondant puede darnos un acabado mucho más perfecto y brillante, pero reconozco que tiendo a huir de él para cubrir grandes superficies, ya que su sabor no termina de parecerme apetitoso. Como decía, me decanté por una ganache de chocolate blanco, que endurece con facilidad y me permite colocar las decoraciones sin problema. 


Finalmente llegó mi momento favorito de la elaboración de tartas. Se trata del diseño y producción de las decoraciones de fondant, o lo que me gusta llamar con cariño, la tarea de “pinta, recorta y colorea”. Puede sonar un tanto ridículo, pero yo me siento transportada a mi más tierna infancia, a esas clases de plástica de los viernes por la tarde, donde las horas pasaban entre el modelado de figuras de plastilina, pintar con temperas y dibujar con esos lápices de “mina gorda”, totalmente resistentes a las manos torpes y agresivas de los niños pequeños. Qué tiempos tan maravillosos, cuando las mayores preocupaciones eran no salirse del borde del dibujo y conseguir hacer muñequitos de plastilina que se parecieran lo más posible a personitas.



Tras estos minutos de divagar por mis recuerdos infantiles, os cuento como decoré la tarta para que se pareciese a la ya mencionada y famosa bata. 
Unas piezas geométricas de fondant blanco hicieron las veces de solapas y bolsillo, el cual decoré con el símbolo de la farmacia y el nombre de la dueña mediante un rotulador negro de tinta comestible. La cruz de fondant verde nos recuerda sin lugar a dudas que se trata de una farmacéutica, y todo el conjunto queda rematado con unos botones de chocolate negro. Como veis no hay muchos elementos decorativos, solo los necesarios para evocar la forma deseada pero sin recargarlo.

 Tengo que reconocer que no fue un trabajo fácil, pero resultó muy gratificante saber que la cumpleañera disfrutó con su “bata-tarta”, tanto por su sabor como por su originalidad.














Ya solo me queda desearos Feliz Navidad y próspero Año 2015. Espero que, como yo, aprovechéis estos días para disfrutar en compañía de vuestros familiares amigos. Y por supuesto, espero que los dulces caseros sean protagonistas de vuestras comidas, cenas y meriendas familiares. Recordad que la repostería casera es siempre una buena opción para homenajear a vuestros invitados; además de ser más saludable e infinitamente más rica!!


Feliz Navidad!








1 comentario:

  1. Creo que esa simbiosis entre repostería y modelismo consigue unos resultados estupendos, pero con un problema... seguro que al destinatario de la tarta le tiene que dar muchísima pena comérsela.
    Te deseo un dulce año nuevo.

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