Para mí la montaña representa la cuerda a la que agarrarse
en el fondo de un barranco, el flotador que me impide hundirme en aguas
tenebrosas, una luz tintineante al final del túnel… Sencillamente es mi
“cargador personal de baterías”; una fuente infinita de energía positiva y
buenas vibraciones que tiene el increíble don de devolver mi cuerpo y mi alma a
un estado de perfecta paz y armonía.
El pasado fin de semana tuve sesión de terapia montañera,
combinada con una feria gastronómica y la inmejorable compañía de mis amigos.
Fuimos muy afortunados, ya que este extraño otoño que estamos teniendo nos
regaló unos días soleados y calurosos, perfectos para pasear por el campo y
disfrutar de la naturaleza. Imaginad praderas de un verde luminoso, flores por
doquier, un lago azul que se funde con las montañas y un cielo cerúleo
salpicado de cúmulos blancos… Un paisaje bucólico por el que mis sentidos
navegan sin miedo a perderse. Mi mente sonríe risueña al escuchar el agua
correr traviesa por las laderas, las carcajadas de los amigos mientras caminan
y los disparos característicos de la cámara réflex, intentando con mayor o
menor éxito captar los últimos coletazos de un verano que se niega a claudicar
ante el invierno acechante. Yo avanzo algo retrasada, escuchando las voces en
la distancia y sintiéndome afortunada, paso a paso, por la compañía de aquellos
que me quieren y la felicidad que me regalan. Las baterías están cargadas al
98% y de repente, escondidas entre unos
espinos retorcidos, aparecen pequeñas, oscuras y totalmente tentadoras, un montón de MORAS.
Yo las miro e inmediatamente mi alma repostera, aletargada lejos de la ciudad,
el horno y las varillas, me envía imágenes totalmente sugerentes: confituras,
tartas, bizcochos, muffins… un sinfín de recetas con este delicioso fruto como
protagonista.
Como podréis imaginar me traje una bolsa repleta de estos
frutos deliciosos y hoy, por fin, he podido emplearlas para hacer unos MUFFINS
DE MORAS SILVESTRES. Para aquellos que
piensen que los muffins y las magdalenas son lo mismo, tengo que decirles que
están muy equivocados. Bien es verdad que sus ingredientes son similares (harina,
huevo, azúcar, aceite, levadura, etc), sin embargo, mientras que una magdalena
debe tener una masa uniforme y esponjosa, la textura del muffin es más parecida
a la de un pan dulce. La masa es mucho más consistente, quizás algo grumosa, y
lo que es más importante, siempre tienen un relleno.
Podemos hacerlos de
chocolate, de frutas frescas, como manzana o mango, y/o acompañarlo con frutos
secos, como las nueces o avellanas. De la gran variedad de frutas adecuadas
para elaborar este dulce, me gustaría reseñar los frutos rojos. Son,
probablemente, los que les otorgan el toque más sabroso y especial, debido a su
sabor ácido pero lleno de matices. ¿Qué turista en Nueva York no se ha
deleitado con un enorme muffin de arándanos acompañado de un capucchino
humeante mientras recorre las avenidas de la Gran Manzana? Ni que decir tiene
que yo caí en la tentación... y repetí!
Estos muffins de moras silvestres pirenaicas los preparé
para agasajar a mis amigos; compañeros de excursiones, ferias otoñales y alguna
que otra aventura descabellada. Ya que no tienen decoración, ni la necesitan, usé unas cápsulas moradas y así hacer un giño a las grandes protagonistas de la receta. Además son realmente cucas!
Fue una merienda de domingo estupenda, que nos dejó
totalmente preparados para afrontar el lunes con una sonrisa y llenos de
energía… BATERÍAS CARGADAS AL 100%.
Feliz semana a tod@s!
P.D. Este post se lo dedico a mi amiga “Sam”, que arriesgándose
a terminar totalmente arañada y llena de urticaria, me ayudó a recolectar mi
bolsa de moras. Una vez más, como siempre nos ha pasado durante estos treinta
años, nos hemos enfrentado juntas a los problemas, y aunque algo magulladas,
siempre hemos salido victoriosas.