Al contrario de lo que podías pensar, no soy una persona especialmente
golosa. No me malinterpretéis, adoro el chocolate en todas sus formas de
expresión y por encima de todas las cosas, pero los dulces “demasiado dulces”
no son mi fuerte.
En estos momentos os estaréis preguntado cómo es posible que semana
tras semana publique post de cupcakes, con toneladas de buttercream y azúcar “a
porrón”. Si le preguntáis a mi chico os dará una respuesta en forma de: “Teorema de las mariposas”. Y este dice de la siguiente manera: ¿Que hace a Marta parecerse a las mariposas? La respuesta se puede
encontrar tras un análisis minucioso de un jardín repleto de mariposas. ¿Qué es
lo que centra y llama la atención de estos gráciles insectos? Se trata de las
flores, y más concretamente de las más coloridas, ya que se sienten atraídos
por todo aquello llamativo y brillante. A Marta le pasa exactamente lo mismo,
por lo que aplicando un silogismo básico, ella es una mariposa que se siente
atraída de forma irremediable por las cosas bonitas de colores”. Bien, he
de confesar que esta teoría de doctor chiflado se acerca extraña y
preocupantemente a la realidad; es decir, me paso las tardes horneando y
decorando cupcakes, no por que necesite comérmelos, sino porque siento una
necesidad inexplicable de hacer y decorar cosas bonitas con muchos colorines.
Para ser sinceros tengo más síntomas que le dan la razón a mi chico… Hace años que
intento superar la etapa de comprar post-its de forma de corazón, bolígrafos y
rotuladores de colores que jamás podría usar en el trabajo y cualquier objeto
de papelería decorado con muñequitos y totalmente inútil.
Cualquiera que lea estas líneas
pensará si estoy algo trastornada o que la cafeína nubla mis sentidos después
un día estresante de trabajo. Llegados a este punto os diré que son las 11:00
de la noche, solo me he tomado un café esta mañana y estoy escribiendo desde
una habitación de Hotel en la ciudad francesa de Lemans. ¿Y que me hace
reflexionar sobre el nivel de dulzor que tolera mi paladar y mi adicción a las
cosas de colores brillantes? Pues sencillamente es encontrarme en Francia, cuna
de la pastelería, panadería, repostería… Allá donde miro solo veo calles llenas
de boulangeries y patisseries, creperies en todas las esquinas y enormes
secciones especializadas en la elaboración de postres en todos los
supermercados. Tras pasear por calle encantadoras, fotografiar cada escaparate
y asaltar alguna que otra tienda de utensilios reposteros, me he dado cuenta de
que los únicos dulces que realmente me tientan son los “menos dulces”. Adoro
los brioches, el pain au chocolat y los croissants. Podría basar mi
alimentación solo en esos tres pilares y sería tan tan feliz…
Para darme un homenaje y agasajar a todos aquellos amantes de los
dulces “menos dulces”, os traigo mi bizcocho favorito, con un sabor
sorprendente y sin ningún tipo de relleno, crema o glaseado.
Cuando está en el horno desprende un olor totalmente
irresistible para mí; huele a frutas, especias, Oriente… me recuerda a los
largos paseos por Estambul y su Bazar de las Especias… algo maravilloso!
Por cierto, ya que no he añadido ningún tipo de decoración, y para
darle un toque coqueto, he elegido un molde que nos permite obtener porciones
individuales directamente. Es fantástico, ya que los bizcochitos son monísimos
y se hornean muy rápido. Os imagináis mini porciones de tartas con diferentes
cremas y decoraciones? Pequeños pedacitos cargados de glamour y colores… Mi
mente creativa ya está en funcionamiento y decenas de ideas llenan mi cabeza.
Pero eso será otro día, ya de vuelta en casa y con el ánimo mucho más dulce.
Estad preparados para un post GOLOSO y COLORIDO!!!
P.D. Este molde divino es un regalo de mi amiga y socia Isabel.
Siempre tiene nuevas ideas que me ayudan a hacernos la vida un poquito más
dulce cada día :)
Chic@sss animaros con algún comentario! Todas las críticas constructivas nos valen para mejorar día a día :)
ResponderEliminarComentario al "Teorema de las Mariposas".
ResponderEliminarComo sabes llevo unos cuantos veranos intentando obtener, sin éxito de momento, la mejor fotografía posible de una mariposa colibrí en vuelo sobre las flores de lavanda. Pues bien, esta ocupación me ha convertido en un experto observador de flores e insectos, y te puedo asegurar que las mariposas son necesarias para completar la magia del jardín, porque le dan vida con su presencia haciendo estremecerse a las flores con aleteos de seda, e iluminando el paisaje con pinceladas abstractas de color. Tú eres la mariposa de ese hermoso jardín de aromas y sabores que nos regalas en el blog, que solo es posible por tus dulces revoloteos.
Querida, gracias por esos sabrosos pedacitos de cielo.